En donde hay procesos productivos como una planta de producción es en donde hay mayor presencia de energía reactiva. No obstante, es un deber de los usuarios controlarla porque aumenta las pérdidas de energía del sistema y no permite el aprovechamiento total de transporte de la red.
En una red eléctrica viajan la energía activa y la energía reactiva. La primera en mención genera trabajo útil por ejemplo en estufas, calefacción, para iluminar o para generar algún tipo de movimiento -o energía mecánica-. Por su parte, la energía reactiva es usada para el funcionamiento de equipos que requieren crear campos magnéticos como motores, transformadores, ascensores, máquinas de soldar o lámparas de carga.
La energía reactiva es como la cerveza
Para ilustrar mejor acudiremos a la analogía que usualmente hacen los expertos. Piensa que visitas un bar y pides un vaso de cerveza. La parte líquida será tu energía activa y la espuma la energía reactiva. Sin duda, la cerveza debe tener espuma, pero si el barman sirve un vaso que tiene más espuma que líquido significa que estas pagando por menos cerveza “útil o disfrutable”.
La misma situación sucede con la energía reactiva, su consumo es aceptable hasta cierto límite, al excederlo hay un cobro. Al final, estarás pagando por una energía que no estas empleando en trabajo efectivo.
El sistema eléctrico es un deber de todos
Si los usuarios no administran su energía reactiva, el operador de red debe entrar a adaptar la capacidad de las líneas de distribución para transportarla y transformarla. Todo el trabajo de dichas adaptaciones implican gastos que son costeados con el recaudo de la sanción económica que reciben aquellos que exceden el consumo de energía reactiva.
Ahora, las sanciones económicas llegan después de que la energía reactiva sobrepasa el 50% del consumo de energía activa que requiere tu empresa. El consumo de la misma fuera de los límites penalizados se evidencia cuando el Factor de Potencia de tus instalaciones es inferior a 0,9 o en tu factura de energía mensual -claro que en este momento ya es tarde porque debes efectuar el pago de la sanción-.
Gestiona tu energía reactiva y optimiza los recursos de tu negocio
En efecto la energía reactiva es un reloj de arena para las finanzas de tu negocio porque te genera un cobro extra -que también tiene un efecto multiplicador-. Pero además de reducir o eliminar el pago por el consumo de la misma, otros beneficios de administrar la energía reactiva son la reducción de las pérdidas por calentamiento, optimización de los componentes de las instalaciones eléctricas como los cables y mayor potencia disponible en el transformador.
¿Cómo administrar la energía reactiva?
Para compensar la energía reactiva, las soluciones más comunes incluyen la instalación de bancos de condensadores y la instalación de filtros. Cabe destacar que lo más recomendable es ejecutar un monitoreo de los diferentes parámetros eléctricos (corriente, tensión, potencia, armónicas, entre otros), con el fin de realizar un diseño de la solución a la medida de las necesidades de la instalación de tu empresa.
En este punto es pertinente señalar que uno de los errores más comunes es implementar bancos de condensadores sin un análisis previo del sistema. Por no tener seleccionada y dimensionada adecuadamente la solución, se pueden generar problemas como la amplificación de los niveles de armónicos y, por tanto, efectos como la quema de tarjetas en equipos electrónicos o fallas en los mismos. Entre otros efectos negativos.
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